miércoles, 1 de agosto de 2012

Round 2: La amenaza del tenedor

Seguía de campamento y cada día aprendía cosas nuevas, me iba sintiendo más seguro de lo que hacía y empezaba realmente a disfrutar con los chavales, cuando se relaja la tensión es cuando puedes empezar a pasarlo bien, esto vale para los campamentos y para cualquier otro trabajo y lo cierto es que cuando estás relajado y lo pasas bien es cuando mejor salen las cosas. Aun así no hay que confiarse, porque se pueden cometer errores.
El caso es que el campa aún me reservaba algunas sorpresillas...
Todo ocurrió el día que nos íbamos de excursión por Barcelona, los autobuses nos dejaron  dejaron cerca de Montjuic y nos dividimos en grupos de cuatro o cinco monitores con nuestros respectivos chavales para dar un paseo, hacer compras de recuerdos y tomar algo. Esta división en grupos es la práctica habitual y llevábamos con los mismos grupos desde el principio del campamento.



Del paseo con mi grupo no hay nada especialmente reseñable que contar, fue bastante tranquilo, nos tomamos unos refrescos en una terraza, dimos un paseo y compramos recuerdos para algun de los chavales, concretamente recuerdo que uno de los míos, un señor mayor con síndrome de Down se encaprichó de unas gafas como las que se ponen los canis en discotecas como Radical y se las compré, estaba muy gracioso con ellas y sobre todo muy feliz.
Sin embargo, no para todos fue una tarde tranquilita y aquí es donde realmente empieza el Round 2.
Recordáis al chico del que os hablé en el Round 1? Bien, pues este chico se portó un poquito mal en la excursión, se le escapó varias veces a su monitora y concretamente en una de esas salió corriendo y cruzó corriendo una calle con el consiguiente susto de la monitora. En resumidas cuentas, cuando volvimos al hotel la monitora estaba bastante frustrada, disgustada y un poco triste.
Yo comía en la mesa de al lado suya y la coordinadora me pidió si podía echarle un ojo a su grupo durante la cena para que su monitora comiera con ella y tuviese un rato de descanso, me dijo que de la medicación se encargaba ella y que solo les echase una mano con lo que necesitasen. Yo le dije que sin problemas y empezamos a cenar.
Como sabéis en muchos hoteles, se come de buffet libre, esto nos suele gustar mucho a los que somos un poco glotones, pero en campamentos con personas con discapacidad he aprendido que puede ser un poco problemático porque hay chavales que comerían hasta explotar, no tienen límite. Y este era el caso de nuestro protoganista al que llamaremos Paco para facilitar la historia.
Una de las veces que fui a ver a Paco y el resto del grupo a su mesa, me fijé en que había cogido comida suficiente para alimentar a una familia de leones. Tenía tres platos hasta arriba de comida, con sólo uno de esos platos habríamos comido dos personas, recuerdo uno perfectamente: una montaña de arroz blanco que llenaba todo el plato y 7 muslos de pollo en salsa puestos encima.
A mí me pareció una borriquería y sin decirle nada (craso error/error de novato) cogí uno de los platos y me lo llevé para que solo se comiera dos de los que tenía. Bueno, un rato después, cuando se había acabado los dos platos y fue a coger el tercero y no lo vió y no lo encontró digamos que se puso un poco nervioso...
Se levantó gritando ¿DONDE ESTÁ MI COMIDAAAAAAA? yo instintivamente me levanté también, él me vio y se dirigió hacia mi. En ese momento me di cuenta de que en una de las manos tenía un tenedor y me empecé a acojonar. Pero cuando realmente me cagué es cuando se lanzó hacia mí con el tenedor como si fuera a clavármelo, me fui hacia atrás y topé con una pared, con mis dos manos le agarré de la mano del tenedor y el con la otra se agarró a una especie de candelabro que había en la pared que con el tirón que le dio quedó medio arrancado. Yo solo pensaba en hacer fuerza contra el brazo del tenedor y creo que debí gritar bastante pero la verdad que no me acuerdo.
Lo que sí recuerdo es de repente ver saltar gente hacia el chaval y de repente yo había quedado libre y había 4 compañeros monitores encima del chaval inmovilizándole en el suelo. Me senté en la silla y me quedé temblando un rato, el susto os puedo asegurar que fue mayúsculo porque no me lo esperaba para nada. Al chaval se lo llevaron a la habitación y no lo volví a ver hasta el día siguiente estando ya tranquilo y normal otra vez.
Yo no me volví a acercar a él mucho en lo que quedó de campamento la verdad, ahora con la experiencia que tengo en vez de quitarle el plato de comida sin más habría intentado hablar tranquilamente con él. Con según que chavales esto no tiene por qué librarte de un sustito, pero por lo menos te permite controlar la situación. Al final superé el "trauma" y después de todo esto llevo más de 6 años repitiendo campamentos y actividades y cada vez aprendiendo un poquito más.

La moraleja sería, las cosas pueden salir mal, puedes asustarte y puedes pasarlo mal, pero también puedes aprender y mejorar para la siguiente...

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