Otra historia corta, aconsejo que os abstengáis de leerla los que seáis escrupulosos, aunque en el fondo si os digo esto os va a faltar tiempo para leerla. Esta historia no me pasó directamente a mí, pero fui testigo parcial.
Semana Santa de 2006, caminando por el pasillo de la planta del hotel con mi grupo y de camino al comedor para desayunar. Unas tres puertas mas allá de la mía una compañera monitora está con un ataque de risa mezclado con alguna que otra arcada.
Me acerqué a preguntarle que le pasaba y me respondió: "¿Sabes la matanza de Texas?, pues mi habitación es igual pero en vez de sangre hay mierda."
Había un señor en su grupo que digamos tenía un poco de mala leche. El día anterior se había enfadado con su monitora porque ésta le había regañado porque había pegado un empujón a un compañero. Pues esperó a por la noche y con nocturnidad y alevosía perpetró su venganza...
Ni más ni menos que le entraron ganas de hacer caca, y como aun le duraba el enfado decidió que en vez de hacerlo en el baño era mucho mejor hacerlo en la bañera y así poder usar el producto como un nuevo material con el que pintar gran parte del baño y parte del suelo de la habitación. Ni que decir tiene que las sábanas de su cama también fueron daños colaterales.
Cuando otro de los chavales de la habitación se despertó por la mañana y vio el percal le dio un pelín de asco y el pobre se puso a vomitar. Con estos ruidos se despertó la monitora vio lo que había pasado y salió de la habitación como alma que lleva el diablo con una risilla nerviosa y, como ya he dicho, con alguna que otra arcada.
Ella muy amable me invitó a ser testigo presencial de la escena del crimen, pero también amablemente me negué, no quería que hubiera más daños colaterales causados por mí y menos antes de desayunar.
¡Puf, ya veo la reacción en cadena en mi cabeza: cada nueva persona que entra colabora más y más al desaguisado, hasta que la historia empieza a rebosar y a desmandarse escaleras abajo...!
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