jueves, 16 de agosto de 2012

No todo son malos rollos

Antes de continuar escribiendo nuevas aventuras creo que es interesante aclarar algunas cosas en relación al blog.

En primer lugar, como ya he dicho, todas las historias totalmente reales, omito nombres y no pongo fotografías para respetar la intimidad de los usuarios. En el futuro empezaré a poner fotos de monitores, pero siempre con su autorización previa.

En segundo lugar, todo lo que cuento no es todo lo que pasa en un campamento, evidentemente la mayor parte del día transcurre con normalidad, cordialidad y muchos abrazos y besos por parte de los chavales. Sin embargo me parece importante hablar de las cosas que podríamos decir son menos bonitas porque en general son las que menos se conocen pero de las que podemos sacar todos más partido conociéndolas.

Unos ejemplos:

Solidaridad y empatía: cuando el monitor veterano me vio la cara en mi primer día de campamento cuando tenía que cambiar un pañal. No hizo falta que pidiera ayuda para que saliera de él echarme una mano, él ya había pasado por esa situación y sabía cómo me podía sentir yo, me ayudó con el problema y nunca pidió nada a cambio.

Trabajo en equipo, confianza en el equipo: ante situaciones problemáticas como las vividas en los capítulos Round 1 y Round 2. En el primer caso la coordinadora confiaba plenamente en el trabajo que teníamos que hacer los demás, si uno de nosotros hubiera flaqueado, seguramente ella se hubiera llevado unos cuantos golpes. En el segundo caso a mí me demostraron que podía confiar plenamente en los demás monitores, en cuanto surgía un problema, el grupo era una piña, independientemente de que te llevases mejor o peor con los monitores, el objetivo es lo primero, las preferencias después.

Priorizar problemas: estando en los campamentos literalmente te olvidas de todo lo que hay fuera de ellos, no porque deje de importarte, sino porque con la cantidad de trabajo que se tiene, da poco tiempo a pensar en cosas que no sean del campamento. Surgen mil situaciones cada día, cuando empiece a contar mis vivencias como coordinador hablaré mucho más de esto, pero de momento diré que he aprendido a ordenar por importancia los problemas a medida que surgen para tratarlos en función de la prioridad que merecen. La segunda vertiente de esto es que si eres capaz de olvidar ciertos problemas de tu vida durante un tiempo porque tienes la cabeza ocupada con otras cosas, cuando vuelves a ellos es mucho más fácil tomar algo de distancia y afrontarlos con mucha más confianza en poder solucionarlos.

Asumir responsabilidades: he hablado poco del trabajo diario que hacíamos con los chavales. Hablaré del mío en concreto. Como sabéis si habéis leido entradas anteriores, yo llevaba 4 señores hechos y derechos. Sus necesidades y sus problemas eran responsabilidad mía y en caso de no poder resolverlos debía comunicarlos a los coordinadores. En mi caso tenía que ayudar a vestirse a 2 personas, duchar a 2 personas y supervisar a otras dos, ayudar con la comida a 1, controlar la frecuencia con la que iban al baño a hacer "aguas mayores" como decía mi abuela, controlar la medicación de cada uno de ellos y atender a cualquier otra necesidad que pudieran tener. Y por supuesto lo más importante de todo, hacer que para ellos esos días fueran sus vacaciones, que se sintieran a gusto y que lo pasaran bien.

Todos sabemos que uno no puede asumir responsabilidades si no se cumplen una de estas dos cosas:
  • Te autoimpones una tarea porque confías en ti mismo para realizarla y asumes una responsabilidad contigo mismo.
  • Alguien tiene confianza en ti y delega una carga de trabajo en ti para que la realices y asumes la responsabilidad de llevarla a cabo.
La segunda lleva implícitamente la primera. Siempre respondemos ante nosotros mismos por todo lo que hacemos y muchas veces también respondemos ante los demás.

Con mi trabajo como monitor, tanto con menores como con personas con dependencia, he aprendido una cosa, por muy difícil que sea el trabajo, por muy grande que sea la carga que ponen sobre tus hombros, nunca nada podrá superar la confianza que se deposita en ti ni la responsabilidad que se adquiere cuando te haces cargo de otras personas.

La moraleja, todos estos elementos y muchos más son aplicables fuera de los campamentos, son aplicables en el día a día de la vida y en el trabajo cotidiano. Son por supuesto aplicables y deseables en las empresas y sobre todo son capacidades que tenemos todos y que se pueden trabajar y desarrollar.




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