Como con casi todas las historias lo bueno es empezar por el principio. Y en mi caso, el principio de mis andanzas como monitor empezaron con mis prácticas del curso de monitor de ocio y tiempo libre. Hubo un problema con el campamento donde las iba a hacer junto con mi novia y de rebote y un poco por los pelos acabamos haciéndolas en un campamento para personas con discapacidad intelectual en el año 2006 si no recuerdo mal.
Mi primera impresión en la reunión de monitores en las que nos entregaron la documentación con las características de los grupos que íbamos a tener asignados cada uno, fue de bastante desconfianza. Luego lo he entendido y lo explicaré en futuros posts, pero lo que pensé fue, y perdón por los tacos:
-QUE COÑO HACE ESTA GENTE DEJANDOME AL CARGO DE 4 PERSONAS CON DISCAPACIDAD SI NO TENGO NINGUNA EXPERIENCIA!?!?!?!
Resumiendo y sin adelantar acontecimientos, la respuesta es simple: no hay más remedio.
Una vez en casa y más tranquilo tras la reunión me puse a analizar el grupo del cual me tocaba hacerme cargo. Eran 4 señores y digo señores porque el más joven tenía 45 años. Dos de ellos tenían síndrome de Down, otro con principios de demencia senil y el último con una discapacidad intelectual leve. En principio a dos de ellos tenía que ayudarles a ducharse y a uno a cortar las cosas de la comida y en principio poco más. Poco tiempo después aprendí lo que son las carencias de información, pero eso también lo hablaremos más adelante.
Tras unos pocos días muchos nervios y preparativos, llegó el día que empezaba el campamento. Era muy tempranito y la salida fue un poco estresante, un montón de "chavales" con discapacidad intelectual, padres y otros familiares y cuidadores de residencias, que en cuanto se enteraban de que eras tú el responsable de su familiar/tutelado venían a contarte un montón de cosas, darte documentación y medicación de los chicos en cuestión. Se daba la curiosa situación de que yo aún no conocía en persona a ninguno de ellos.
Pasado el trámite me subí al autobús junto con el resto de monitores y con los acampados. Una vez arriba me presentaron a todos los de mi grupo y empecé a conocer a otros monitores y a sus chavales.
La que sería mi primera aventurilla se produjo en la primera parada que hicimos en aquel viaje. Uno de mis chicos me pidió que le llevara al baño, una vez allí me encontré una sorpresita, el chico en cuestión llevaba un pañal, cosa de la cual yo no había sido informado. Bueno hasta ahí bien, le quité el pañal como pude (como un calzoncillo para volver a ponerselo luego porque no me habían dado ninguno limpio y además no hubiera sabido ponerlo). Seguíamos sin problemas, él se metió en el cuarto de baño, se sentó y yo me esperé fuera. La sorpresa vino cuando me llamó y me pidió básicamente que le limpiase el culo.
Bien, puede parecer que no es para tanto, y un par de días después ya me había acostumbrado a esta y otras cosas, pero fue algo que me pilló totalemente de sorpresa, me había estudiado las fichas y en ninguna ponía que necesitasen ayuda con eso ninguno y siendo sincero, limpiar el primer culo ajeno siempre causa impacto y por qué no decirlo un poco de mal cuerpo. Hice lo que pude y creo que no lo hice mal del todo, pero con el forcejeo medio destrocé el pañal (que no me pregunten como porque no lo sé).
Me giré y debía tener una cara mezcla de asquete, desconcierto y mal rollo (esto último porque el hecho de que me estuviese dando asco, me hacía sentir mal conmigo mismo) porque un monitor veterano que además trabajaba de cuidador en una de las residencias acudió al rescate, para mi fue como a cámara rápida, sacó una toallita húmeda y un pañal de no se donde y cuando me quise dar cuenta el chaval estaba otra vez vestido y yo llevándole de la mano de vuelta al autobús.
Esta "aventurilla" es importante no por lo extraño o gracioso, sino porque para mi fue la primera y tiempo después cuando empecé a coordinar y a hablar con monitores novatos, como lo era yo en ese momento, me ha servido para que entendiesen que todos partimos alguna vez de cero en todo lo que hacemos y que el que nos está enseñando en ese momento, también partió alguna vez de cero. Recordarla tan a menudo para explicársela a la gente creo que me hace bien, porque mantiene fresca en mi mente la sensación de que siempre se puede aprender y mejorar.
De momento y para que esto no se haga infumable, si es que no lo es ya, os dejo. En este campamento ocurrieron muchas más cosas y os las iré contando poco a poco. En el próximo capítulo hablaremos de chicos que no pueden controlar el mal genio...